Pasar al contenido principal

Lecturas 22 de noviembre de 2021

Lecturas

 LECTURAS DEL LUNES XXXIV DEL TIEMPO ORDINARIO

22 DE NOVIEMBRE DE 2021

COLOR: ROJO

ANTÍFONA DE ENTRADA

Ya sigue al Cordero crucificado por nosotros, la virgen llena de valor, ofrenda de pudor y víctima de castidad.

ORACIÓN COLECTA

Dios nuestro, que nos alegras cada año con la celebración de santa Cecilia, te suplicamos que, lo que devotamente se nos ha transmitido sobre ella, nos sirva de ejemplo para imitarla, y proclamemos las maravillas de Cristo, tu Hijo, reflejadas en la vida de tus santos. Él, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

LITURGIA DE LA PALABRA

PRIMERA LECTURA

No hubo ninguno como Daniel, Ananías, Misael y Azarías.

Del libro del profeta Daniel: 1, 1-6. 8-20

El año tercero del reinado de Joaquín, rey de Judá, vino a Jerusalén Nabucodonosor, rey de Babilonia, y la sitió. El Señor entregó en sus manos a Joaquín, rey de Judá, así como parte de los objetos del templo, que él se llevó al país de Senaar y los guardó en el tesoro de sus dioses.
El rey mandó a Aspenaz, jefe de sus oficiales, que seleccionara de entre los israelitas de sangre real y de la nobleza, algunos jóvenes, sin defectos físicos, de buena apariencia, sobrios, cultos e inteligentes y aptos para servir en la corte del rey, con el fin de enseñarles la lengua y la literatura de los caldeos.
El rey les asignó una ración diaria de alimentos y de vino de su propia mesa. Deberían ser educados durante tres años y después entrarían al servicio del rey. Entre ellos se encontraban Daniel, Ananías, Misael y Azarías, que eran de la tribu de Judá.
Daniel hizo el propósito de no contaminarse compartiendo los alimentos y el vino de la mesa del rey, y le suplicó al jefe de los oficiales que no lo obligara a contaminarse. Dios le concedió a Daniel hallar favor y gracia ante el jefe de los oficiales. Sin embargo, éste le dijo a Daniel:
"Le tengo miedo al rey, mi señor, porque él les ha asignado a ustedes su comida y su bebida, y si llega a verlos más delgados que a los demás, estará en peligro mi vida".
Daniel le dijo entonces a Malasar, a quien el jefe de los oficiales había confiado el cuidado de Daniel, Ananías, Misael y Azarías: "Por favor, haz la prueba con tus siervos durante diez días; que nos den de comer legumbres, y de beber, agua; entonces podrás comparar nuestro aspecto con el de los jóvenes que comen de la mesa del rey y podrás tratarnos según el resultado".
Aceptó él la propuesta e hizo la prueba durante diez días. Al cabo de ellos, los jóvenes judíos tenían mejor aspecto y estaban más robustos que todos los que comían de la mesa del rey. Desde entonces Malasar les suprimió la ración de comida y de vino, y les dio sólo legumbres.
A estos cuatro jóvenes les concedió Dios sabiduría e inteligencia en toda clase de ciencia. A Daniel, además, el don de interpretar visiones y sueños.
Al cabo del tiempo establecido, el jefe de los oficiales llevó a todos los jóvenes ante Nabucodonosor y se los presentó. El rey conversó con ellos y entre todos no encontró a nadie como Daniel, Ananías, Misael y Azarías. Quedaron entonces al servicio del rey. Y en todas las cosas de sabiduría, inteligencia y experiencia que el rey les propuso, los encontró diez veces superiores a todos los magos y adivinos de su reino.
Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.

SALMO RESPONSORIAL
R/. Bendito seas, para siempre, Señor.

Bendito seas, Señor, Dios de nuestros padres. Que tu nombre santo y glorioso sea bendito. R/.
Bendito seas en el templo santo y glorioso. Que en el trono de tu reino seas bendito. R/.
Bendito eres tú, Señor, que penetras con tu mirada los abismos y te sientas en un trono rodeado de querubines. Bendito seas, Señor, en la bóveda del cielo. R/.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Mt 24, 42. 44
R/. Aleluya, aleluya.

Estén preparados, porque no saben a qué hora va a venir el Hijo del hombre. R/.

EVANGELIO

Vio a una viuda pobre que echaba dos moneditas.

Del santo Evangelio según san Lucas: 21, 1-4

En aquel tiempo, levantando los ojos, Jesús vio a unos ricos que echaban sus donativos en las alcancías del templo. Vio también a una viuda pobre, que echaba allí dos moneditas, y dijo: "Yo les aseguro que esa pobre viuda ha dado más que todos. Porque éstos dan a Dios de lo que les sobra; pero ella, en su pobreza, ha dado todo lo que tenía para vivir". Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Te pedimos, Señor, que los dones que te presentamos en la celebración de santa Cecilia, por tu gracia, te sean agradables. así como te fue grato el combate de su martirio. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Apoc 7, 17

El Cordero, que está en el trono, los conducirá a las fuentes del agua de la vida.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Señor Dios, que coronaste entre los santos a la bienaventurada santa Cecilia por la doble victoria de su virginidad y de su martirio, concédenos, por la eficacia de este sacramento, que, venciendo valerosamente todo mal, consigamos la gloria del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor.

ANTÍFONA DE ENTRADA Cfr. Flp 3, 8. 10

Todo lo consideró basura, con tal de conocer a Cristo, y conformarse a su muerte en comunión con su pasión.

ORACIÓN COLECTA

Dios omnipotente y misericordioso, que concediste a san Pedro Esqueda Ramírez luchar por la justicia hasta la muerte, haz que, por su intercesión, soportemos por tu amor todas las adversidades y corramos esforzadamente hacia ti, pues sólo tú eres la vida. Por nuestro Señor Jesucristo ...

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Te presentamos, Señor, estas ofrendas al conmemorar a tu santo mártir Pedro Esqueda Ramírez, a quien ninguna tentación pudo separar de la unidad del cuerpo de Cristo. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN Jn 8, 12

El que me sigue no caminará en la oscuridad y tendrá la luz de la vida, dice el Señor.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Renovados por estos sagrados misterios, te rogamos, Señor, que, imitando la admirable constancia de san Pedro Esqueda Ramírez, merezcamos, por nuestra perseverancia, conseguir el premio eterno.
Por Jesucristo, nuestro Señor.